miércoles, 1 de junio de 2016

Y APARCISTE TÚ

Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo.
Y apareciste tú.
Begoña Abad

Antes del 2011 unas cuantas locas queríamos cambiar el mundo, nos dábamos de bruces contra la maldita realidad y seguíamos insistiendo con la perseverancia de los que se saben eternos perdedores pero también insufribles luchadores, los pelotaris incansables.
Y entonces apareciste tú, el sujeto revolucionario, el pueblo, las ganas de cambio, la sonrisa de la rebelión que hace temblar a los poderosos, la conciencia de que, como no tenemos nada que perder, sabemos que solo podemos ganar.
No hay que negar que de primeras nos dio un poco de recelo, de repente lo que decían los libros que tenia que pasar se iba al carajo y resulta que eso de que la Revolución no se hace, se organiza, en mayo del 2011 se puso en cuestión. Dudamos si eras el amor de nuestra vida o si eras el que venía a robarnos la novia.
Pero al final nos quedó meridianamente claro, queríamos compartir contigo el resto de nuestras vidas, porque si no existieras habría que haberte inventado (pero, por suerte, fuiste espontáneo, libre, con tu toque anárquico que te hace aun más bello).

Habíamos pedido durante toda la vida un punto de apoyo para mover al mundo y aquí estás.
Los que dicen que te has ido es que no han mirado al rededor: estás en la panaderia hablando con las vecinas, estás en la indignación de los que hacen cola en el INEM, estás en los desahucios con los buenos, estás en las cenas familiares cuando ya no se aguantan las tonterías de los cuñaos que “no son machistas, pero...”, estás en los abuelos que se ponen un chaleco y salen a gritar como hace 40 años, estás en los profesores que visten de verde, estás en el orgullo de las camareras de piso que han dicho Basta a estar invisibilizadas, estás en las miradas que han perdido el miedo a enfrentarse a la policía para defender lo que es justo, estás en el miedo de los poderosos que saben que tienen los días contados, estás en la dignidad de la emigrante que, aunque tenga que ir lejos, sigue teniendo aquí el corazón.

Y también estás en esa niña de 12 años que no entiende como es posible que su compañera de pupitre no pueda ir a las actividades después de clases porque no las puede pagar; y se le ocurre que todos los compañeros pongan un euro y así ya se arregla.

Fuiste el grito primigenio del NO y nos enamoraste; te estás convirtiendo en el SÍ, en la proposición, y ya no podemos siquiera imaginar la vida sin ti.


Has conseguido que el miedo cambie de bando, pero lo más importante es que, al soltar el miedo, nos has devuelto la alegría.

lunes, 15 de febrero de 2016

¿QUÉ PARTIDO COMUNISTA NECESITA LA CLASE TRABAJADORA?

Publico en esta entrada una aportación propia al debate congresual del PCE, que también se puede encontrar en  http://www.pcandalucia.org/tribuna/2016/02/15/que-partido-comunista-necesita-la-clase-trabajadora/



Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar
que todo está perdido y hay que empezar de nuevo
Julio Cortazar


Lo primero sería preguntarnos si es realmente necesario un Partido Comunista, lo que implica plantearse inequívocamente la necesidad para nuestra clase de un proceso revolucionario. Mi respuesta es que no solo es necesario, si no imprescindible: el sistema capitalista se ha demostrado incapaz de gestionar las contradicciones que produce su existencia y para que nuestra clase pueda vivir dignamente es necesario cambiarlo por el Socialismo, es decir, un sistema en el que la clase dominante no sea la burguesía si no el proletariado. En función de ello se necesita una organización de clase que sea capaz de dirigir el proceso revolucionario cuando se produzca, además de trabajar para la eclosión del mismo. Esa organización no puede ser otra el Partido Comunista de España, por historia, por ideología, por capacidad y por su militancia.

Dilucidado esto, es cuestión de definir cuál es la mejor formula organizativa para conseguir estos objetivos.
Como ya hemos llegado a la conclusión de que conseguir poder institucional poco tiene que ver con la toma real del Poder, necesitamos sentar bases para la construcción de un contrapoder que sea el germen de la nueva sociedad; no podemos esperar cambiar la sociedad desde los parámetros del capitalismo, lo cual nos lleva a la necesidad de un proceso de construcción de Poder Popular, que tendrá avances y retrocesos, pero que es imprescindible, y además ligado al proceso de Ruptura Democrática que ya hemos teorizado.

La construcción de dicho Poder Popular tiene mucho que ver con el avance de la clase trabajadora desde clase en si a clase para si, lo que implica, primero una toma de conciencia y posterior empoderamiento. Y el cómo hacerlo es la madre del cordero. Necesitamos movilización, claro, pero también ceder a los y las trabajadoras espacio de toma de decisiones. Históricamente este papel ha sido propio de los sindicatos de clase, el problema surge del análisis actual que tenemos de los sindicatos, en el que entendemos que han perdido su capacidad de concienciación de las trabajadoras, además cambiar la lucha de movilización y huelga por la negociación, lo que hace bascular la centralidad de las decisiones del trabajador a sus representantes sindicales; por tanto nos encontramos en una encrucijada en que las herramientas clásicas no tienen validez.

Por otro lado también partimos de un panorama desolador frente a los movimientos sociales, la otra pata de la movilización; hoy día la desarticulación social lleva a unos movimientos sociales débiles, con poca militancia e ideológicamente volubles (tómese esta aseveración como una generalidad gruesa, ya que existen organizaciones que se salen totalmente de ella). Con lo cual también dificulta que el Partido se nutra de activistas de estas organizaciones para aumentar sus filas. Curiosamente, tras muchos años defendiendo que debíamos dejar autonomía a los MM.SS. y no incorporarlos a nuestras filas, en los últimos procesos se han integrado sin ningún tapujo en listas electorales de otras fuerzas políticas.

Para que todo sea más complicado, la batalla cultural, la de las ideas, la perdimos hace mucho tiempo, a partir de la ofensiva liberal encabezada por Thatcher y Reagan, complementada con la reofensiva tras la caída del muro de Berlín, con lo que nos encontramos no ya a la defensiva, si no desarmados ideológicamente. El pensamiento neoliberal campa a sus anchas y no hay una respuesta a la altura del enemigo.

Sin embargo, también es cierto que las ideas comunistas organizadas alrededor del PCE siguen existiendo. La militancia comunista sigue siendo el gran valor no solo del PCE, si no de la clase trabajadora, aunque lejos de lo que deseamos, es una certeza que nuestra militancia es la mejor formada de los distintos grupos políticos actualmente existentes. Además la implantación territorial, sobre todo en Andalucía, es otra de las grandes fortalezas que poseemos, existimos en gran parte de las poblaciones y somos reconocidos por nuestro trabajo.

Necesitamos crecer en influencia, por lo tanto el PCE debe ser el interlocutor entre las distintos espacios de respuesta y crecer por sus márgenes. Y para ello necesitamos lo primero un modelo completo de sociedad, tenemos que trabajar no solo un programa político, si no un modelo de país, de relaciones, de cultura, de ocio... el comunismo no es simplemente un decálogo de lo que haremos al tomar el palacio de invierno, es una forma de dar sentido a la vida. La cultura comunista, desaparecida de la calle, es imprescindible que vuelva a surgir y ser hegemónica en la clase trabajadora si realmente queremos dar la vuelta al mundo.

Con este tablero de juego debemos ser capaces de marcar una estrategia de crecimiento cualitativo del movimiento comunista. A partir de este análisis hay que plantear las respuestas para superar la situación. Metodológicamente voy a plantear 3 puntos, que deben considerarse íntimamente relacionados, ya que no son compartimentos estancos y están en permanente contacto entre ellos.

  1. A nivel social. El modelo organizativo actualmente desarrollado en el PCE no tiene capacidad para actuar sobre la movilización, a no ser a través de las estructuras de dirección. No significa esto que los militantes de base no participen, pero lo hacen de forma desorganizada y por intuición, sin directrices políticas claras. Por otro lado, las estructuras que pueden tener más información sobre la política a aplicar en estos espacios, generalmente están en muchos otros frentes, la mayoría internos, con lo que no se puede dar una relación fluida. Y por supuesto no podemos dejar de lado la falta de organicidad en el Partido en la periodicidad de reuniones y muchos otros aspectos, lo que implica que es mucho más complicado romper esta inercia. Es necesario pues crear un espacio de socialización de políticas y, por otro, una mayor atención de los frentes donde actúan las camaradas y su seguimiento. Una de las maneras de conseguir esto es reducir el tamaño de las agrupaciones, proponiendo un número máximo de militantes que podría rondar los 10 camaradas, o dividir las grandes en grupos de acción (similar a las células), donde se den espacios regulares de debate y puesta en común y rendición de cuentas de la actividad de los militantes. Obviamente hay que tener en cuenta que la actividad de algunos militantes se reduce a pagar la cuota y participar puntualmente en alguna actividad, por ello estos grupos deben buscar un equilibrio para compensar los distintos perfiles.
    Por otro lado la dirección del Partido debe comprometerse sin excusas a plantear en los órganos guías de acción que orienten a las militantes sobre la línea política del trabajo que desarrollan, desde una permanente comunicación. Los informes de coyuntura no pueden ser el 90% del tiempo de los Comités en los distintos niveles, los planes de trabajo y la rendición de cuentas deben ser el centro. Un Partido dispuesto a actuar en la sociedad necesita tener claro cual es su trabajo en ella.
  2. A nivel institucional. El PCE no puede dedicar su acción política al frente institucional la estrategia prioritaria; siendo una parte importante de la lucha política, no es la única, ni siquiera la más importante. En los últimos años hemos reaprendido que las instituciones burguesas, cuando las tomamos como un fin en si mismas, acaban frenando la lucha social. De hecho, el proceso que ha llevado a los resultados de las últimas elecciones está acelerando esta situación, y la movilización ha frenado radicalmente. Esto llevará a una decepción de la ciudadanía, corriendo el peligro de que, al no ofrecerseles una alternativa, volverán a su casa y será muy complicado recuperarlos para la lucha política en el sentido que decía Marx.
    El modelo de organización que tenemos se basa en gran parte en los recursos que conseguimos directa o indirectamente por las instituciones: los trabajadores del Partido se consiguen en gran medida de ellos, pagamos las sedes, sufragamos actos... con lo cual lo primero es cambiar esto: necesitamos un modelo financiero que nos permita desarrollar las finanzas al margen de la institución. Una vez hecho esto, podemos empezar a plantear cambios en la acción institucional, ya que no seremos tan dependientes de los resultados electorales.
    El trabajo institucional debe ser el complemento al trabajo social, nunca al contrario. Los camaradas que designamos para ocupar cargos públicos deben estar al servicio de la organización y de la calle. Debemos tender también a reducir el número de cargos públicos en los órganos de dirección (y también de trabajadores del Partido) para ampliar nuestra visión colectiva en los órganos.
  3. A nivel propagandístico. Si realmente queremos sacar al PCE de la segunda clandestinidad necesitamos un aparato de propaganda estable. Las ideas no viven sin organización, pero aun menos vivirán si no somos capaces de trasladarlas a la clase trabajadora. Podemos tener los mejores análisis y los mejores planes de acción, pero si no somos capaces de darle difusión quedarán muy bonitos en los informes que se presenten y poco más. Un aparato de propaganda con una acción constante y metódica, perfectamente engrasado y capaz de llegar a todos los lugares donde tengamos militantes es imprescindible, no ya en el PCE, si no en cualquier partido que aspira a ser revolucionario. No puede haber revolución si no hay revolucionarios, y no puede haber revolucionarios sin la difusión de las ideas.



En definitiva, necesitamos un Partido que huya de lo superfluo y repiense cuales son sus esencias irrenunciables. El futuro se presenta magnífico si somos capaces de hacerlo.

martes, 21 de julio de 2015

HÉROES, VILLANOS Y CONDICIONANTES POLÍTICOS. DE LA VENGANZA DE LOS SITHS A UNA NUEVA ESPERANZA.

“Supongamos incluso que el correo de mañana traiga una penosa noticia: el estallido de la insurrección fue reprimido una vez más. Exclamaremos entonces, una vez más: ¡Viva la insurrección!”

Lenin, 17 (4) de Octubre de 1905.



De héroe a villano en apenas unos días, el primer ministro griego Alexis Tsipras ha pasado de ser la gran esperanza de la izquierda europea a una copia de Anakin Skywalker en La venganza de los Siths.

Todas las ilusiones depositadas en la lucha de David contra Goliath se han desvanecido con la aceptación, por parte del gobierno encabezado por Syriza, de las leoninas condiciones de la Troika. Menos mal que nos queda Obi Wan Varoufakis para mantener al menos una pizca de sueños en el futuro.

Pero es un buen momento, más allá de los paralelismos frikis, de pararnos a reflexionar y ver qué enseñanzas podemos sacar de estos días en los que estábamos más pendientes de lo que sucedía en Grecia que de cualquier otra cosa.

Mi tesis de partida pasa por reconocer que, pese a todo lo que quisimos imaginar, era imposible que el gobierno griego pudiese plantarle cara a la Unión Europea (quizás podía haber peleado más, pero nunca sabremos el contenido real de las reuniones en que se trató el asunto). Un desplante con su posterior salida del euro, en las condiciones actuales (esto es importante, ¡en las condiciones actuales!) hubiese conducido a un levantamiento violento en el país heleno, debido a la injerencia europea, desarrollando un bloqueo económico, si no reconocido al menos si de facto, y estadounidense, motivado en este caso por el obligatorio acercamiento que Grecia habría tenido que desarrollar hacia Rusia (y quizás China), que haría tambalear el equilibrio geoestratégico del Mediterráneo. Además no olvidemos el papel ejemplarizante que se le ha querido aplicar a Syriza durante todo el proceso, que parece obvio que se habría recrudecido en el caso de no aceptar las medidas por miedo de los países centrales de la UE de que pudiese servir de guía a Portugal, España, Italia...

Que nadie se llame a engaño, el domingo del referéndum estaba bailando Sirtákis para celebrar la victoria, colgué artículos de apoyo a Syriza y mandaba a callar a todos cada vez que salía una noticia griega en la tele... pero los acontecimientos posteriores hacen necesaria una reflexión.

La opción de admitir que Tsipras es un traidor y que se ha vendido a los grandes poderes financieros sienta bien, nos permite de alguna manera relajarnos y esperar a que llegue alguien que no se venda y que, este sí, hará la Revolución. Pero por desgracia pienso que no es así.

Creo que el problema viene de mucho más atrás y no se ha sabido perfilar la estrategia adecuada capaz de adecuarse a la situación concreta, y tenemos que abrir este debate porque hay posibilidades de que en otros países, incluso en el nuestro, en el medio plazo tengamos una situación parecida.

Veamos de dónde venimos para ver dónde estamos. En las últimas décadas las fuerzas políticas socialdemócratas y las de izquierda transformadora, además de los sindicatos, se adecuaron a una táctica de colaboración social que ha terminado por convertirse en su estrategia única. En su inicio tuvo su sentido, ya que en la correlación de fuerzas existentes permitía un desarrollo del estado del bienestar, permitía aumentar el nivel de vida de la clase trabajadora con un grado mínimo de enfrentamiento, alguna Huelga General, movilizaciones... pero, tenemos que reconocer, de baja intensidad. Existía un pacto histórico desde el final de la II Guerra Mundial entre el Capital y el Trabajo. El problema actual es que ya hace varios años que los representantes del Capitalismo han decidido romperlo y pasar a la ofensiva, acabando con los rasgos distintivos del estado del bienestar y de paso, arrinconando a los sindicatos y a la izquierda transformadora


El papel histórico de la socialdemocracia ha sido administrar este pacto entre clases, su objetivo no es representar a los trabajadores, si no hacer de puente entre las distintas clases dentro de una economía capitalista regulada. En este sentido (esto es mucho más visible fuera del estado español, ya que la dictadura franquista y el apoyo al PSOE por parte de la socialdemocracia alemana(!) aceleraron este proceso) estos partidos pasaron de ser organizaciones de masas a convertirse en aparatos fuertemente burocratizados, muy integrados en el aparato estatal, que pusieron los cimientos de la aparición de una nueva élite política (o casta, como está de moda llamarla ahora).

Cuando los propietarios capitalistas optan por romper el pacto mencionado, la socialdemocracia se encuentra en un callejón sin salida, integrados como estaban en el aparato estatal comienzan una espiral descendente hacia el infierno neoliberal, del que acaban aceptando sus postulados. Son precisamente ellos los que más contribuyen a la desregularización, la privatización y el desmantelamiento del estado del bienestar (por recordar un caso patrio, la reforma del 135 del PSOE en connivencia con el PP en condiciones de nocturnidad y alevosía). De hecho, cuando los gobiernos socialdemócratas fueron mayoría por primera y última vez en la historia de la UE, a finales de la década de 1990, no se produjo cambio alguno en las políticas neoliberales de la Unión Europea.

El nudo Gordiano de la socialdemocracia en la actualidad es que las políticas keinesianas que defienden violan los tratados y leyes que ellos mismos aprobaron; ahora mismo se encuentra arrinconada entre las presiones de una revuelta social y su fidelidad al neoliberalismo europeo

Y claro, como en esta vida todo es dialéctico, este proceso también ha afectado a los partidos a la izquierda de la socialdemocracia. En aquellos países donde han entrado en coalición con la socialdemocracia se han convertido en rehenes de las políticas neoliberales, por lo que han perdido su capacidad en erigirse como una alternativa creíble, al no se capaces de visualizarse como críticos coherentes con el sistema. El surgimiento espectacular de Podemos en España el último año tiene que ver mucho con esto, pero ha cometido el mismo error, en lugar de constituirse realmente como antisistema y trabajar en la alternativa, se ha amoldado al sistema, rebajando su discurso.

En el caso griego Syriza ocupó el espacio socialdemócrata, vacío por el hundimiento del PASOK, mientras que el KKE ocupaba el de izquierda revolucionaria. En ambos casos se cumple lo anteriormente dicho: la nueva socialdemocracia, incluso con voluntad de superación del neoliberalismo pero fiel a su papel de mediadora entre las clases, no puede enfrentarse a la voluntad capitalista; y por otro lado, la alternativa comunista no es capaz de enganchar con el pueblo griego al nivel de convertirse en opción de gobierno (históricamente el KKE se ha mantenido en posturas ortodoxas y raramente ha pactado con la socialdemocracia, pero su gran problema es el no haber construido una alternativa que se considere viable para un nuevo modelo de país).

Parece bastante obvio que la izquierda alternativa tendrá que buscar una reestructuración política, donde debe jugar un papel clave el movimiento obrero, que de momento está sumido en una crisis similar. Solo desde la conjunción del mundo del trabajo, del sindicalismo, y de las fuerzas políticas antineoliberales se podrá crear una respuesta real y coherente con los retos actuales, y sobre todo, recuperar la hegemonía del discurso de izquierdas.

El discurso en Grecia muestra claramente lo que queremos decir sobre la hegemonía como bien explica el siguiente texto: “Por ejemplo, la productividad laboral había aumentado en Grecia el doble que en Alemania entre 1999 y 2009. Según las estadísticas de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), los griegos trabajan en promedio muchas más horas al año que los noruegos (2.252 frente a 1.422) o los alemanes (1.430). Aunque algunos grupos profesionales tienen una edad de jubilación temprana, las pensiones por jubilación anticipada son tan bajas que casi nadie puede acogerse a ellas. Por ejemplo, solo treinta o cuarenta de los 20.000 conductores de autobús de Atenas han utilizado la teórica opción de retiro anticipado a los 55 años. La verdadera edad media de jubilación en Grecia es de 60,9 años para las mujeres y 62,4 años para los hombres; más elevada que en Alemania, donde los políticos de derechas no han dejado de basarse en todos esos mitos. Las élites sociales y los principales medios de comunicación afirmaron que los trabajadores griegos se habían permitido privilegios carentes de toda base económica. Y todo ello se está utilizando ahora como propaganda para legitimar el ataque generalizado al Estado del bienestar, mientras se protege al capital financiero”.

Los medios de comunicación de masas están totalmente entregados a los poderes financieros, lo que explica la cantidad de falsedades y mentiras que recibimos continuamente, con la intención de condicionar nuestro entendimiento de la realidad, es decir, la asunción del pensamiento dominante.

En todo este contexto nos encontramos con que una fuerza política formada por socialistas de izquierdas y comunistas escindidos del KKE llegan al poder tras varias elecciones en pocos meses. Michael Hudson, profesor de la Universidad de Missouri, decía lo siguiente que puede servir de marco a la situación que se encuentran al acceder al poder institucional “La Comunidad Europea está utilizando la crisis bancaria de las hipotecas y la innecesaria prohibición de que los bancos centrales inyecten capital para subsanar los déficits presupuestarios de los Estados como una oportunidad para multar a los gobiernos e, incluso, forzar su bancarrota si no aceptan reducir los salarios… «O te sumas a la ofensiva contra los trabajadores, o te destruiremos», les dice la CE a los gobiernos. Tal imposición precisa de una dictadura, y el Banco Central Europeo (BCE) se ha hecho con el poder que antes tenían los gobiernos electos. La nueva oligarquía financiera actual celebra la «independencia» de este con respecto al control político como un «dechado de democracia»… Europa está entrando en una era de gobierno totalitario neoliberal”.

Tras tensar la cuerda, enfrentarse a los postulados alemanes y convocar un referéndum, Grecia acaba cediendo a las presiones y acepta un “acuerdo” con peores condiciones incluso que las iniciales. La pequeña aldea gala (helena) no es capaz de resistir al imperio. Como decíamos al principio, las amenazas (que quizás nunca conoceremos, pero que podemos imaginar) hicieron que al gobierno le temblaran las piernas y se bajase los pantalones. Pero es que en el marco de juego era imposible resistir, no había herramientas que permitiesen rebajar las condiciones, más allá de la salida del Euro, con lo que ello comporta. Y un solo país en Europa, sin el apoyo de alguna potencia económica no puede jugar a eso. La recuperación del dracma traería consigo en una primera etapa un empobrecimiento de la población, una contestación a la política del gobierno, influida y amplificada por la propia UE encabezada por Alemania y un muy posible levantamiento (¿A nadie le pareció curioso que en las primeras propuestas de Syriza no se tocase como sí pedía la UE el presupuesto de defensa? ¿No tendrá que ver con la amenaza del ruido de sables del que aquí en España sabemos un poquito?), acompañado de un ascenso electoral y social de la extrema derecha.

Juntándolo todo, la situación era insostenible para el gobierno griego que, entiendo, no estaba dispuesto a asumir el coste de la salida.

Este proceso nos enseña que en un marco general el gobierno de una fuerza de izquierdas con voluntad transformadora en el marco de la UE se encuentra con una serie de condicionantes que conviene no despreciar, por ejemplo:

  1. El déficit democrático. Este punto ha caracterizado a la UE desde su nacimiento, pero se ha acrecentado en los últimos años con los diversos tratados y leyes aprobados. Como muestra podemos señalar el proceso de negociación del TTIP en el que ahora mismo está inmerso el Parlamento Europeo y como se está desarrollando (parlamentarios que no pueden conocer el texto, negociaciones secretas...)
  2. La constitucionalización del neoliberalismo. El neoliberalismo se ha convertido en el sistema económico de la UE, y todas las decisiones están obligatoriamente supeditadas a él.
  3. La irreversibilidad de la legislación El proceso de toma de decisiones de la Unión Europea hace que los principios que acabamos de especificar sean prácticamente irreversibles. Aunque todos los Estados miembro poseen una cierta protección institucionalizada de las propias constituciones (por ejemplo, el requerimiento de una mayoría cualificada, de dos tercios o tres cuartos, para introducir cambios en la constitución), en la Unión Europea es precisa la unanimidad para cambiar los tratados. Eso significa que la posibilidad de modificar cualquiera de los tratados de la UE en un sentido progresista mediante un proceso político ordinario es casi inexistente. Un solo gobierno de derechas de un solo Estado miembro puede impedirlo.
  4. El euro como corsé económico En cuarto lugar, la existencia del euro, actualmente adoptado por 17 de los 28 Estados miembro, supone para muchos de los países un verdadero corsé económico. Mientras la economía y la productividad evolucionen de forma distinta en los Estados miembro de la eurozona y no exista un presupuesto significativo destinado a la reducción de las desigualdades económicas, los países necesitarán políticas monetarias distintas. Hoy en día, es Alemania, la «locomotora económica» de Europa, la que más se beneficia de ello, con su estrategia de salida de la crisis a través de la exportación. Mientras tanto, los países más severamente afectados por las deudas y la crisis (como Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, España y Chipre) son los perdedores. Estos últimos no poseen una divisa propia que puedan devaluar para abaratar las exportaciones y encarecer las importaciones. Los países con un consumo interior más elevado y menor competitividad se ven obligados a llevar a cabo una llamada «devaluación interna», es decir, a incrementar la competitividad mediante recortes salariales y disminución del gasto público, lo que está ciertamente de acuerdo con el proyecto neoliberal de la UE, pero resulta devastador para el desarrollo económico y social de los países. Este corsé económico puede contribuir, además, a generar contradicciones entre los intereses de los trabajadores de países que requieren políticas económicas muy diferentes.

Nos hallamos pues en una situación paradójica en la que el “proyecto de paz de la UE” representa hoy en día la mayor amenaza para la unidad europea.

Un solo gobierno nacional enfrentado a la poderosa maquinaria financiera y política de la UE no tiene posibilidades de victoria, por lo que, visto a posteriori, la estrategia Tsipras ha sido vana, y más aun sin tener un plan B preparado para cuando fallasen (que iban a fallar) las negociaciones.

Pensando en el futuro e intentando extraer enseñanzas, la gran disyuntiva es si podemos esperar que la UE se puede cambiar desde dentro, a través de la suma de varios gobiernos con aspiraciones transformadoras y con una amplia movilización social que los respalde y azuce. O si por el contrario la única salida es que varios estados salgan del euro y la UE y forzar la construcción de una nueva Europa social y solidaria.

En cualquiera de los dos casos vamos a necesitar urgentemente la construcción de un bloque social y político de movilización que sea capaz de dar respuesta en las calles a las agresiones económicas, desarrollando la solidaridad de clase (porque la pelea va a ser larga y dura, necesitaremos de la unidad de las trabajadoras para resistir) e ineludiblemente debe ser de carácter europeo, las luchas no son ya nacionales si no, al menos, continentales. En el fondo no hay más salida que acabar con la Paz Social, lo que tendrá sus costes, seguro, pero la alternativa será mucho peor.

Murray Smith, socialista escoces planteó “En cualquier escenario, el movimiento obrero presenta una debilidad estructural que otorga ventaja al gobierno y a las clases dirigentes. Dicha debilidad es política, y consiste en la carencia de una alternativa creíble, visible, al neoliberalismo”. Y aquí viene el mayor reto, ¿seremos capaces de construir esa alternativa creíble o seguiremos enzarzados en zarandajas y tonterías? La alternativa será europea o no será; será de la unión de todas las fuerzas enfrentadas al sistema dominante, o no será; irá de la mano de la movilización social o solo servirá para legitimar un sistema que cada vez está más podrido.

El nudo gordiano consecuencia de las políticas interclasistas solo podremos deshacerlo cortándolo por la mitad, construyendo una política de clase donde asumamos que la negociación ya no es posible, los de enfrente han cerrado la puerta a ese camino. Pero para poder blandir la espada necesitamos la fuerza de todos y todas.


Empieza el Episodio IV, A New Hope, una nueva esperanza. Nos toca organizar a todos los rebeldes en contra del imperio.

martes, 16 de junio de 2015

NACIMOS PARA VENCER, NO PARA RESISTIR

Guillermo Zapata ha dimitido; la caverna aplaude y baila al rededor de la hoguera, festejando lo fácil que ha sido esta victoria. Tengo que aclarar que me he enterado de quién es el compañero Zapata estos días, no estoy muy al día de cómo se mueven los movimientos sociales en la capital del reino, pero me parece inquietante para la izquierda que los amigos del sistema establecido hayan hecho dimitir a un concejal electo por las publicaciones en Twitter de hace años.

Las personas que estamos por un proceso constituyente tenemos dos grandes problemas que están complicando nuestras posibilidades si queremos ganar el Poder (el institucional y el otro):

Por un lado, lo más importante, la desunión en función de no se sabe muy bien qué identidad que se refleja en marcas y no en líneas políticas diferentes que se podrían discutir. Esto debe ser objeto de otra entrada, ya que no se resuelve en dos líneas.

Y por otro, una cultura de la derrota que desde la izquierda tenemos asumida e incorporada en nuestra práctica diaria: dicho cruda y reducidamente, creemos que no nos merecemos el Poder.

Los que siempre han mandado, el sistema que impregna todos y cada uno de los aspectos de la vida, han conseguido hacer creer al pueblo que son ellos los que merecen mandar y que los perroflautas que hemos conseguido unos estupendos resultados electorales en las municipales estamos ahí por un cabreo ciudadano, pero que ya mismo las aguas volverán a su cauce, quizás un poco cambiado el panorama con pequeñas concesiones (que en realidad no afectan al modelo capitalista), pero que los de arriba seguirán siendo los de arriba, y los de abajo estaremos siempre bajo su bota.

No estamos construyendo un marco de referencia propia (como sí consiguió Podemos en sus primeros meses de vida, hay que reconocerlo); por lo cual, siempre que hacemos propuestas, lanzamos ideas, o simplemente respiramos, lo hacemos dentro de los límites del mismo sistema, que son muy herméticos para nosotros y muy laxos para ellos.

Mientras no seamos capaces de construir un relato propio que cree nuestros propios límites, no podremos ganar realmente (Gramsci lo explicaba mucho mejor de lo que yo podría). Este relato tiene que partir de la base clásica de las revoluciones obreras del siglo XX, somos más, estamos hartos, vamos a construir un mundo mejor, nuestra lucha es tan grande que las pequeñas diferencias que existen no son importantes, nuestra capacidad de dirigir es superior por ser colectiva.... pero sobre todo que estamos llamados a ganar, aunque cometamos fallos, por muchas equivocaciones que tengamos, por muchas ovejas negras que nos salgan; porque lo que nos estamos jugando es la supervivencia no solo de nuestra clase, si no de la sociedad tal y como la entendemos.

La sonrisa constituyente de la que habla Felipe Alcaraz aún no está asumida por nuestro ejército, aún no nos la creemos, y eso nos lleva a asumir todas y cada una de las críticas de los partidarios de la restauración.

La dimisión de Zapata entra dentro de este proceso. Nunca debería haber dimitido, porque es aceptar que son ellos los que marcan lo bueno y lo malo, no es cuestión de si nos gusta o no el humor negro (que, por cierto, a mi me encanta porque normaliza situaciones, como bien ha demostrado Irene Villa que se ha ganado mi respeto con sus declaraciones), la cuestión es quién decide lo que es aceptable y lo que no. Y su dimisión ha demostrado que nosotros no decidimos un carajo, es decir, que no somos los que mandamos.

Ahora irán a por otros compañeros como Alba Mediola, que se define como feminazi, camionera y bollera, intentando romper con el sistema patriarcal a través de la normalización de palabras que se consideran tabú para el sistema. Y siguen ganando, nos han puesto a la defensiva, todos estamos pendientes de nuestra TL en las redes sociales, vaya a ser que en algún momento hayamos dicho algo incoveniente.

No es ese el camino, tenemos que construir la sociedad que creemos. No por estar en el foco mediático tenemos que volvernos políticamente correctos, justo al contrario, tenemos que ser más irreverentes que nunca contra el poder, porque sabemos que el rey está desnudo y somos lo nuevo que viene a descubrirlo.

Para terminar, como no puede ser de otra forma en estas líneas:

Mientras gobernaba Fidel a Cuba, en la década de los '90, estaba un disidente cubano escribiendo con aerosol en una pared:
"MUERA F"
En eso justo lo agarra un policía y le pregunta:
-¿Qué estás escribiendo, chico?
El disidente mira lo que escribía y le pregunta al policía:
-¿Cómo se escribe, Flinton o Clinton?

viernes, 20 de marzo de 2015

HE VISTO COSAS QUE NO CREERÍAIS: HE VISTO ESPERANZA, HE VISTO DIGNIDAD, HE VISTO EN LOS OJOS DE LA GENTE POR QUÉ YO VOTO IU

He visto cosas que no creeríais, quizás no naves ardiendo más allá de Orión, pero como si las hubiera.

En estos quince días he visto como una organización por la que nadie daba un duro ha levantado la cabeza y ha ganado en dignidad.

He visto a gente llorar con el vídeo electoral de Izquierda Unida, emocionarse como si fuera un Madrid Barça con los debates donde acudían Antonio Maillo o cualquiera de los candidatos de IU, mandar mensajes comentando lo mala que es Susana Díaz o qué bien le ha contestado Maillo a su salida de tono.

He visto como una organización con unos pocos miles de militantes era capaz de agitar twitter y colocarse como treding topic en cada ocasión que se necesitaba.

He visto militantes y simpatizantes en la sede enfadados porque se habían acabado los miles de folletos que habían llegado para campaña, un camarada con el menisco roto que no ha faltado ni a un solo acto electoral porque había que estar allí, pese a que todos le decíamos que se quedase en su casa.

He visto a personas que han rascado tiempo de cualquier sitio para poder ir a pegar carteles, a las tantas de la noche e incluso de madrugada porque el día no daba más.

He visto a niños y niñas pequeñas decir que había que votar a IU, porque quieren que no haya pobres en Andalucía, y que no es justo que Rajoy no les deje votar.

He visto a compañeros y compañeras con pánico escénico y con miedo a hablar en público subirse en un escenario delante de decenas de personas y dar un mitin que dejaba en evidencia a los mejores oradores de cualquier otra fuerza política.

He visto grupos de whatsapp que no paraban de sonar, mandando convocatorias, fotos, vídeos... para romper el bloqueo mediático.

He visto Sevilla llena hasta las trancas y a los que allí estábamos indignados porque los medios de comunicación daban cifras que intentaban minimizar nuestra presencia.

He visto a los de otros partidos muy, muy nerviosos porque la campaña de Izquierda Unida estaba siendo la mejor con muchísima diferencia.

He visto a candidatos dar mítines con un paraguas bajo la lluvia, porque somos la izquierda que se moja y aquí no se rinde nadie, carajo!

He visto al próximo presidente de la Junta llegar de paquete en una moto a los actos, y a otros en bicicleta. No por electoralismo, sino porque es la manera que tenían de llegar.

He visto a periodistas felicitarnos por nuestras propuestas y acciones y, al día siguiente, columnas en contra de IU, porque el que paga manda, según decían.

He visto a sindicalistas comprometidos con IU, porque han vuelto a entender que no tenemos dobleces y defendemos lo que creemos justo. Siempre.

He visto gente protestando darnos las gracias por no esconderlos, aunque también tuviesen críticas a nosotros.

 He visto errores en la campaña que hemos solucionado entre todos. Y también aciertos que hemos conseguido entre todas.

He visto el mitin más grande que recuerda Málaga y Andalucía, las colas de personas de IU, afiliados, simpatizantes y votantes, a las que no les ha importado no poder entrar y ver el acto en una televisión.

He visto a Julio Anguita radiante al salir del mitin, a Alberto Garzón impresionado y a Antonio Maillo enfadado por no poder saludar a todos los que querían darle la mano.

He visto esperanza en la cara de gente que la había perdido, porque han entendido que hay futuro y el destino no está escrito, sino que lo forjamos nosotros, los trabajadores.

He visto a un dibujante más anarquista que otra cosa muy emocionado por poder haberle dado una copia de su Manifiesto Comunista dedicado al Califa Rojo, y me he conmovido por sus palabras en redes sociales.


He visto tantas cosas que, además de por cuestiones racionales, mi corazón no me permite otra cosa que decir que el domingo #YoVotoIU, por mi, por mis compañeras, por mis compañeros, por mis camaradas. Por la esperanza.

jueves, 8 de enero de 2015

CONTRA EL DOGMATISMO EN TODAS SUS FORMAS

Cuando en 1952 George Brassens presentó Le Gorille la sociedad francesa se sacudió; la canción habla de un gorila que consigue escapar de su celda del zoo y viola a un juez, que durante el acto acaba llorando y llamando a su madre, tal y como había hecho el hombre que esa misma mañana había sentenciado a muerte... para mi gusto una canción bastante zafia, me gustan mucho más otras obras de Brassens. Pero es innegable que tuvo una virtud, abrió nuevas posibilidades en la canción francesa, una vez que se publicó no se abrieron los cielos y la sociedad degeneró hasta algo parecido a Sodoma y Gomorra, no, no pasó nada. Se posibilitaron nuevos canales de expresión artística. La tolerancia de la sociedad francesa se amplió.
Cuando en los años 60 en la España franquista se estreno Cleopatra se produjeron disturbios en varios cines por parte de fascistas que veían como inmoral que Elizabeth Taylor enseñase más parte de su cuerpo de lo que consideraban oportuno. La sociedad española de aquel entonces lo aceptó, imbuida como estaba entonces en la censura que envolvía todos los ámbitos de la vida, la película fue un éxito taquillero, pero se veía con vergüenza.
El asesinato de dibujantes satíricos ayer me ha traído a la cabeza estos dos ejemplos sobre como una sociedad es capaz de gestionar la libertad de expresión y lo que supone renunciar a ella. La España franquista fue capaz de tener sometida a la gran mayoría de su población, incluso mucho tiempo después de desaparecer su cabeza visible, extendiendo sus tentáculos hasta nuestros días.
Lo que pasó ayer en Francia es muy similar, la obra de fanáticos, que además flaco favor hacen a su causa (ya veremos como se extienden las repercusiones, precisamente contra aquellos que estos individuos dicen defender y vengar).
El Arte (así, con mayúsculas) tiene que ser transgresor, nos guste o no nos guste, nos ofenda o nos produzca placer... pero debe romper con lo establecido. El Arte tiene que ser la puerta que nos abra caminos nuevos por los que poder transitar; y precisamente por eso lo odia el poder. Por eso se censuraron las portadas de El Jueves, no hace tanto tiempo, los mismos que hoy gritan por la libertad de expresión (siempre que ellos estén de acuerdo).
Al poder, ya sea el político o el de las armas, le gustaría llamar arte a la producción manufacturada, políticamente correcta, que alabe sus grandes logros y que disimule sus fracasos. Pero el ser humano no puede resistir esa presión y acaba creando algo que se sale de los márgenes marcados.
Y eso es intolerable para los que no son capaces de entender que la Historia no ha terminado, que nos queda mucho que aprender y avanzar, y que lo haremos juntos. Por suerte, somos muchos más lo que lo entendemos.
Hoy je suis Charlie.

miércoles, 7 de enero de 2015

PORQUE VOY A ACUDIR A LA MANIFESTACIÓN DEL 10 DE ENERO EN APOYO A LA CASA INVISIBLE



“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista.
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata.
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista.
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío.
Cuando finalmente vinieron a por mí,
no había nadie más que pudiera protestar.”
 Martin Niemoeller , “Cuando los nazis vinieron...




Nos encontramos en una absoluta crisis sistémica, lo hemos repetido hasta la saciedad. El antiguo régimen está en caída libre, pero justamente ahora estamos en el momento más peligroso, porque cuando lo antiguo no acaba de morir ni lo nuevo de nacer es cuando surgen las luchas más encarnizadas. En los próximos meses y años encontraremos una coyuntura ilusionante por un lado, pero por otro las fuerzas de la reacción van a actuar con más saña que nunca; ya están preparando el terreno con legislaciones como la Ley Mordaza que prohibe un derecho humano básico como es el protestar contra las injusticias.

La noticia del cierre cautelar de la Invisible entra dentro de este saco, tiene mucho que ver con el miedo de los partidos del antiguo régimen a que la gente se organice más allá de los mercados y los beneficios empresariales. Con todos sus fallos y con sus aciertos, no es posible negar que la Invisible ha sido un lugar de encuentro para activistas sociales y ha gestado en su interior interesantes experimentos sociales que, mal que bien, han hecho avanzar movimientos en nuestra ciudad.

Obviamente no voy a decir que la Invisible es mi lugar de militancia política, pero tengo claro que es una parte más de la lucha contra el sistema.

Por eso, porque los y las comunistas apoyan en todas partes cuantos movimientos se planteen para cuestionar el régimen social y político imperante, el próximo día 10 voy a estar en la manifestación gritando “La Invisible se queda”.